La cera de abejas es una sustancia secretada por las abejas melíferas. La cera utilizada para construir sus peines hexagonales se compone principalmente de ésteres de ácidos grasos de cadena larga y alcoholes.
Tiene numerosas propiedades positivas que la hacen interesante para la industria. Su composición es extremadamente compleja e incluye más de 300 ingredientes. Palmitato de miricilo, ácido melísico, ácido cerótico y varios hidrocarburos constituyen una gran parte. La cera contiene propóleos y tiene un efecto antibacteriano. Además, la sustancia es repelente al agua y permeable al aire al mismo tiempo. Esto permite que la cera actúe como una capa protectora y se use en el cuidado de la piel y la impermeabilización.
Las abejas producen la cera de glándulas especiales en su abdomen, que se desarrollan después de unos 11 días en el lado ventral entre las escamas abdominales de las abejas obreras. Las escamas de cera, inicialmente blancas, pesan menos de un miligramo y ni siquiera tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Una colonia de abejas puede producir entre 0,5 y 1,5 kilogramos de cera al año.
La cera de abejas funde a 62-65 °C, por lo que hay que buscar una temperatura superior, al menos unos 75-90 °C, para que pase a fase líquida y se pueda trabajar. A más de 100 °C la cera comienza a perder componentes volátiles, aromas que influirán en la aceptación final de sus láminas por las abejas, y a partir de 140 °C las pérdidas de moléculas de su constitución son ya importantes.
Cerificadores Solares
Los cerificadores solares son, básicamente, un cajón con una inclinación que le permita recibir más insolación, generalmente pintado de negro interiormente, con una tapa de cristal, una bandeja metálica inferior, y un filtro de chapa perforada en la parte baja de esa bandeja, para que los capullos de la cría de abejas del panal, grumos de polen, y otros elementos no deseables, queden retenidos cuando la cera fundida escurra hacia un cajoncillo o molde inferior. Se han de poder mover para poder ir orientándolos, buscando la insolación máxima.

Calderas
Otra opción son las calderas. Básicamente consisten en un recipiente dividido en dos partes, la inferior es un depósito de agua, con un tubo de llenado, y conectado con la superior mediante otro tubo. En la parte superior se coloca la cera, dentro de un cesto de chapa perforada que permite la salida de la cera fundida, pero retiene las impurezas. El cesto es extraíble, y tiene unas patas que lo elevan ligeramente. Al calentar el agua su vapor sube a la parte superior, funde la cera, que cae sobre un molde por un tubo de salida, dejando una masa de residuos en el cesto.

Centrifugadoras de cera
En explotaciones con más colmenas se suelen utilizar centrífugas, cuyo cuerpo cilíndrico tiene uno o varios cestillos de chapa perforada, sobre los que se inyecta vapor de agua que derrite los panales.
La cera líquida sale por la parte inferior, los residuos quedan en el cestillo, y los cestillos se sustituyen por otros llenos de cuadros, una vez acabado su proceso.
El color de la cera
El color, siempre y cuando no sea muy oscuro, no es un criterio de calidad. El color depende en gran medida del polen que hayan consumido las abejas, y de lo viejos y oxidados o enmohecidos que estuvieran los panales de procedencia.
Por supuesto que la cera se puede blanquear. Antiguamente, se hacía sometiéndola a la acción del sol, o fundiéndola y haciéndola gotear en perlas sobre agua caliente. También puede hacerse añadiendo algunos ácidos que consuman una parte de sus impurezas orgánicas, o utilizando oxidantes, pero eso no es conveniente para las ceras destinadas a uso apícola, por los residuos.
Un buen decantado la aclara bastante.
Para hacer las láminas, que es el principal uso de la cera de abejas, es mejor trabajar con cerones no muy viejos; con el tiempo se pierden aromas que son un factor de aceptación de las láminas.